Dos jóvenes occidentales, investigadores, fueron al Japón a un monasterio Zen en Kyoto para descubrir los secretos del budismo Zen y la meditación. Los jóvenes observaron que el maestro Zen se comportaba de una manera muy simple; él hacía todo lo que estos dos jóvenes visitantes hacían: en la mañana él acostumbraba trabajar en el jardín, solía trabajar en la cocina ayudando en el lavado, hacía todas las actividades triviales junto con ellos.
Nunca lo vieron sentado en meditación. Lo encontraban trabajando y pasando el día de un modo completamente simple y modesto.
Después de una semana, los jóvenes americanos dijeron:
-Bien, ¿para qué hemos venido aquí? No hay nada especial en él. Come con nosotros, come como nosotros, trabaja con nosotros, trabaja como nosotros, ¿para qué hemos venido?.
Observaron un par de días más y luego fueron donde el maestro y le dijeron:
-Hemos venido aquí para aprender meditación, no lo hemos visto a usted meditando, no vemos nada especial en usted, señor. Trabaja con nosotros como trabajamos nosotros, y come con nosotros tal como nosotros comemos.
El maestro Zen les dijo:
-Esperen un minuto. Yo trabajo con ustedes, pero no como ustedes; cuando yo trabajo, trabajo y no me preocupo y ustedes sí lo hacen. Cuando como, como, pero ustedes, no, ustedes piensan. El secreto de la meditación es que cuando yo como, como; cuando duermo, duermo, pero ustedes cuando duermen, sueñan. Esa es la diferencia, la esencia interior es diferente; el estado de ser es diferente.
Rafe Martin - Manuela Soares
Foto: Master Deshimaru
3 comentarios:
Mas claro no canta un gallo Gilberto! Un abrazo!
Creo que aveces estamos tan ocupados persiguiendo un fin que no observamos el camino, muy bueno...besos
Muy bueno...como tu blog.
Saludos
Publicar un comentario