no entren aquí, es mi lucha

Dentro del oscuro laberinto de mi mente la felicidad es una salida lejana, los caminos hacia ella se entrecruzan y acaban en muros inexpugnables con zarzas cortantes. Un eterno ir y venir que se hace tedioso, una pesadez en el andar que cansa las piernas, mis manos arañadas, mis ojos cansados de buscar entre las rendijas la luz que posiblemente me deje ciego de golpe. Sigo adelante como un ciego en un rosal, como cucaracha en gallinero. Pero ando, no me detengo, solo a descansar, a retomar fuerzas. Pero no por mucho tiempo, no puedo descuidarme.

Los caminos de mi mente no son divertidos, es perderse a cada instante entre lo real y lo ficticio, entre la verdad y la mentira, entre el fué y el será. El presente es esquivo, irreal a veces. Andar es la última opción, pues el quedarse quieto significaría la muerte, el final de una lucha de años contra el peor enemigo que jamás tendré, yó mismo...mi ego.