22.3.07

Aprendiendo a perdonar


"El que te hayan agraviado, no es importante...
a menos que insistas en recordarlo"
Confucio


    Posiblemente, es difícil encontrar en la historia de la humanidad a alguna persona que no haya experimentado sentirse herida por otra o por un suceso. Todos, en algún momento, han tenido, en mayor o menor medida un resentimiento, que puede venir acompañado de tristeza, ira y hasta de venganza.

     Se suele decir que una persona está resentida cuando se encuentra internamente dolida y retiene para sí el agravio. Este resentimiento puede desaparecer con el tiempo o por el contrario, acentuarse, pudiendo transformar a una persona en un ser resentido.
La única forma de olvidar y dejar a un lado sentimientos negativos que afectan, principalmente a la persona herida, es aprendiendo a perdonar. 

   Cuando se habla de perdón se le suele asociar con una virtud de carácter religioso que denota principalmente caridad al prójimo, sin embargo, el beneficio del perdón no es únicamente para los demás, sino para la persona que perdona.
Te perdono, no te perdono...

     Hace unos meses, dos señores que habían sido infieles a sus esposas regresaron en busca de perdón y con la promesa de no incurrir nuevamente en el mismo error.
Ante la noticia, ambas mujeres reaccionaron con tristeza, enojo y frustración. La primera optó por perdonar a su esposo. Acudieron a una terapia de pareja, analizaron qué había fallado en su relación y acordaron iniciar una nueva vida. La segunda señora, en cambio, decidió tomar venganza sobre su esposo y así poder "castigarlo" por su error. Le recriminaba a cada momento, lo chantajeaba, lo culpaba del comportamiento de los hijos. Como es lógico, la pareja acabó por acentuar sus diferencias y terminó su relación matrimonial en medio de un conflicto que -finalmente- perjudicó en mayor medida a los propios hijos.

    Aunque no es fácil perdonar a alguien que ha herido tan sensiblemente la propia autoestima, la primera señora optó por trabajar responsablemente en la reconstrucción de su relación, mientras que la segunda tomó el camino del odio y la venganza.

    Es frecuente que no se tenga el control de lo que se siente, pero siempre es posible hacerlo sobre lo que se piensa. Si una persona o evento del pasado provoca en otra un mal recuerdo, es conveniente recordar en su lugar eventos positivos. 

    Controlar los pensamientos es un buen antídoto si se tiene la intención de olvidar algo. Hay que recordar el dicho popular que dice: "recordar es volver a vivir". ¿Quién que haya sufrido un daño quiere repetirlo? Esto sólo pasa si se recuerda el hecho constantemente.

Analizar detenidamente la ofensa: Partiendo de la base de que nadie es perfecto, es conveniente analizar si la ofensa recibida fue intencional o accidental. Una pequeña ofensa puede hacer sentir a algunos como una agresión, esto se debe en la mayoría de los casos a una incorrecta utilización de la imaginación que, en vez de favorecer la creatividad propia y la solución de problemas, se sale de control para inventar o exagerar ofensas donde ni siquiera las hay. 

Aclarar en caso de duda: Es importante no tomar en cuenta las habladurías o los chismes, ya que éstos tienden a malinterpretar o dar un significado equivocado de lo que se dijo o aconteció. Si se tiene duda lo mejor es acudir a la persona en cuestión y aclarar el asunto. 

Comprensión: Otra forma de aprender a perdonar es ponerse en el lugar del otro y tratar de entender las razones que lo llevaron a cometer determinada acción. Al descubrir que uno pudo incurrir en el mismo error si se encontrara en igualdad de circunstancias, perdona más fácilmente a la otra persona. 

El rencor: La venganza es un sentimiento destructivo que busca obtener la reparación de un daño, pero que lejos de saciar una necesidad, contribuye a generar más resentimiento entre las partes. Las desavenencias pueden perdurar toda una vida y en casos extremos pasar de una generación a otra. 

Ninguna persona puede hacer olvidar a otra un agravio si ésta no lo permite.

El perdón es una opción personal como lo es seguir amarrado a un sentimiento de venganza que lo único que genera es un desgaste físico y emocional. 

Olvido: El escritor alemán Johann W. Goethe decía que: - "Donde se pierde el interés, también se pierde la memoria"-. Darle vueltas a un asunto puede plasmarlo más fijamente en la memoria y hará más difícil el tratar de olvidarlo. 

Es imposible cambiar el pasado y el futuro es siempre incierto, lo único que tenemos es el presente y es elección personal de cada uno elegir qué rumbo quiere seguir. El optar por una vida llena de resentimientos de ninguna manera conduce a la felicidad. 

Aunque parece imposible, cualquier persona tiene la facultad de perdonar, el secreto está en tener la voluntad de querer hacerlo. El hombre que no sabe perdonar tiene atado su destino a los demás. En cambio la persona que sabe hacerlo tendrá un mejor control de sí mismo, le dará sentido a su existencia y en consecuencia contará con una vida más plena y feliz.
(*) Bajado de Internet, escrito por Maru Sweeney , en El Almanaque.com

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