24.8.05

La Ley de Moore

En 1965, Gordon Moore, uno de los ingenieros fundadores de Intel, llegó a la conclusión de que la tecnología avanzaba de tal modo que, cada 18 meses, se duplicaba el número de transistores que podrían insertarse en un chip. Aplicado a los microprocesadores, significa que la potencia de éstos crece exponencialmente después de cortos espacios de tiempo.

Los 2.300 transistores que contenía el 4004 de 1971 y los 7.5 millones que contiene el Pentium II de 1997 revelan una tendencia que, de continuar, nos llevaría, a la vuelta del milenio, a traspasar los 50 millones de transistores y alcanzar cotas de proceso a las que hoy sólo acceden los superordenadores de los laboratorios.

Paradójicamente, es posible que los límites de la Ley de Moore no se encuentren en la física (el momento en que no quepan más transistores en un determinado espacio) sino en la economía: el coste que conlleva un cambio en la tecnología se duplica cada cuatro años. Cada generación de microprocesadores deja tras de sí una enorme cantidad de dinero invertida en investigación y un buen número de máquinas demasiado viejas para afrontar el siguiente paso. Al igual que Moore, muchos teóricos se preguntan si el mercado podrá disponer de los recursos económicos suficientes para hacer frente a los próximos avances tecnológicos, o si realmente existe una demanda por parte de la sociedad de dichos avances.

Sin embargo, casi ninguno pone en duda que los microprocesadores serán un elemento fundamental a la hora de explicar el futuro. Casi todos los sectores de la sociedad se verán afectados de una u otra forma por estos pequeños cerebros, e incluso es posible que tengan un impacto mayor en nuestras vidas que el derivado de otros avances sociales.

El propio Moore afirmó en una ocasión: 'Me gustaría pensar que somos verdaderos revolucionarios en el mundo. Las cosas están cambiando mucho más por la tecnología electrónica que por otros sucesos políticos".

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