Caen las hojas, caen como de lejos,
caen como si se marchitasen lejanos jardines en los cielos.
Caen con ademanes que parece que todo lo niegan.
Y por las noches, cae la tierra pesada
de todos los astros a la soledad.
Todos nosotros caemos. Cae esta mano.
Y hay otras. Está en todos.
Todos nosotros caemos, y sin embargo, hay uno que
- con infinito cuidado - sostiene ese caer en sus manos.
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